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Mira por donde he estado.
Mira por donde he estado.
Una de las frases favoritas que tenemos en el kivi team (integrado por 3 personas fantásticas e Irene) es que nosotras no vamos de vacaciones: vamos de viaje.
Pues bien, en Kuala Lumpur estoy de vacaciones, y ¡vaya vacaciones! (Nota del autor: ya viajo sola, Nerea se ha desviado un poquito del camino y yo sigo para adelante).
Entendedme, después de dos meses y medio quedándome en los peores sitios imaginables, sin baños (en el mejor de los casos, porque si había baños, imaginad las condiciones sanitarias), sin limpieza, con basura en cualquier rincón de cualquier sitio, con viajes en autobuses de 15 horas que te quitan el miedo a hacer paracaidismo, etc., llegar a casa de mi amiga Sara en esta ciudad y tener mi propia habitación con mi propio baño, en un piso fantástico y limpio, con piscina, gym y todo lo que te puedas imaginar, y la compañía de alguien de casa (de España)… Me he quedado un poco estancada y enganchada.
Antes de nada, sí, sigue siendo muy barato domir en hostels y comer en la calle (aquí es seguro comer en la calle y la comida está deliciosa), pero no TAN barato como en los países de donde vengo.
Es la segunda vez que vengo a Kuala Lumpur (y por ende, a Malasia), pero aquella primera vez no fue igual, ya que sólo teníamos un par de semanas y teníamos que estar corriendo de un sitio a otro del país para conocer todo lo posible.
Entonces no le prestamos mucha atención a la ciudad que, si bien es cierto que desde el punto de vista turístico no tiene demasiado que ofrecer, vivirla es otra historia. Desde el día que llegué hice un grupo de amigos considerable, que siempre están por ahí y con quienes quedo a diario para salir (sí, salir, ¡se me había olvidado ya cómo hacerlo!).
Uno de ellos, cuyo nombre evitaré, es el centro de las reuniones y quien trae cada día a nueva gente al grupo, ¿cómo lo hace? A continuación el proceso de caza:
Y así, cada día, vamos aumentando el grupo de gente (aumentando o cambiando, porque la mayoría estamos aquí de paso y los miembros van cambiando).
Foto irrelevante del día: nuestro francés favorito (novio de Sara) en uno de sus saltos olímpicos en nuestra piscina 🙂
En Kuala Lumpur también he comenzado a dar fe de experimentada backpacker ya que he comenzado a encontrarme con otros viajeros que conocí hace meses en otros países, ¡Y ESO ES GENIAL!
Y así han pasado estas dos semanas en las que he hecho algo que me encanta: conocer la ciudad al dedillo, con todos sus rincones, tiendas, supermercados, gente a la que ya saludo por la calle…
Y en donde, claro, he tenido la oportunidad de visitar un par de sitios de ensueño de los que os hablo más abajo.
Penang Pulau
Pulau significa isla (no os lo he dicho, pero estoy aprendiendo Malayo: “Besar” significa grande, ¿a que es genial?).
Curiosamente, mucha gente que viene a Malasia está de paso, para coger un avión barato o cruzar hacia Tailandia (toooooodo el mundo va o viene de Tailandia, si queréis ir a un país masificado de turistas, ya sabéis a dónde volar). Malasia tiene muchísimo que visitar, y yo no lo hubiera dicho tras mi última visita. Está lleno de islas increíbles, ciudades increíbles y comida buenísima.
Además, puedes llegar a todos los sitios en bus (y un bote que te acerca a la isla), lo cual, para un presupuesto de backpacker, es una maravilla (y no, aquí no hay ALSA, los 6 ó 7 euros que te cuesta un bus a una isla son más que asumibles).
Penang es una isla al noroeste de Malasia a la que llegas en 4 horas en bus desde Kuala Lumpur (el bus te deja en Butterworth y de ahí coges un ferry que te deja en un ratito en el centro de George Town).
Su capital, George Town (que, como su nombre no indica, fue fundada por un tío llamado Francis Light, Francisco el ligero en español), es un regalo para los que amamos el street art. Cada rincón de la ciudad está lleno de grafitis que hacen de la ciudad una obra de arte. Hay que caminar muy lento y tener los ojos bien abiertos, porque en cada pequeño rincón descubres una gran sorpresa.
Lanzo un chorro de imágenes, aunque podría haber puesto un millón de ellas.
Además de todo esto, que sin duda es el principal atractivo, la isla tiene muchas cosas fuera de George Town, como un pequeño trekking por el parque natural para llegar a la solitaria Monkey Beach, el atardecer desde Penang Hill o el templo Kek Lok Si (tras ver miles de templos en mi vida y llegar a odiarlos por el abuso a sus visitas, éste me sorprendió y me encantó).
Y, sobre todo, no os olvidéis de esto: el Museo del Chocolate. Hay cientos de tipos de chocolate y te dan una muestra de todos ellos (me pasé dos horas ahí probando una y otra vez las muestras aunque no me las ofrecieran: pincha aquí si quieres saber lo que sentí y lo que viví).
El chocolate es bueno para el estrés (en inglés, si lees “estresado” hacia atrás, siginifica “postres”).
Cameron Highlands
De Penang volví unos días a Kuala Lumpur y luego me volví a marchar un par de días a Cameron Highlands. Aquí es todo naturaleza, montañas y trekkings naturales.
Pasé un par de días con gente que conocí en el trayecto y fueron muy relajados, con preciosos paisajes, campos de té, fábricas de fresas (en las que engullí como en el museo del chocolate), visitas a locales en sus casas (me encanta hablar con ellos, especialmente si son mayores, así que me presento en la casa de alguien, le ofrezco algo que lleve y nos sentamos en sus terrazas a charlar)… Muy bonito, muy natural y con un bar genial por las noches en los que los backpackers nos reunimos en torno a una hoguera a hablar durante horas (aquí el clima es mucho más fresquete que en el resto de Malasia).
¿Próximos planes? Llevo unos días en Kuala Lumpur de nuevo y mañana me voy al sur del país, a Johor, a trabajar en una granja orgánica de voluntaria durante unas dos semanas. Con cama y comida (orgánica) gratis, aún no tengo muy claro lo que haré, en palabras del dueño: lo que mejor se adapte a ti, así que imagino que contar chistes o grabar un disco.
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